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Trabajo en equipo
COLECTIVO CIUDADANO

RELATOS CIUDADANOS No. 3: BOGOTÁ ¿DISTRITO SALVAJE?


Angie Gamboa Molano

E-mail: tyquy@outlook.com

Facebook: Civis es buen comportamiento:

Bogotá, Colombia, julio de 2020

 

“Hoy me levanté en otro lugar, siento ansiedad, la necesidad de contar quién soy, para no morir, para no olvidar que la vida es un pequeño soplo de libertad”. Esta es una de mis canciones favoritas de Monsieur Periné y es la banda sonora de una serie de Netflix, llamada Distrito Salvaje, si no la han visto, se las recomiendo.


En algunos momentos siento que vivir en Bogotá es, precisamente, vivir en un Distrito Salvaje. Para ponerlos en contexto, cuando se jugó el mundial de fútbol Brasil - 2014, en mi oficina hicieron un concurso de decoración. A cada grupo le correspondía un país de los que jugaban la Copa Mundo. Yo fui la encargada de comprar la decoración de mi grupo. Cuando venía de vuelta, cerca del parque Tercer Milenio, paré en el semáforo. De repente, unos habitantes de calle cubrieron mi carro con cobijas oscuras. No veía nada, sentía mucho pánico y el carro se movía como gelatina. Los otros carros pitaban con insistencia y de repente, quitaron las cobijas. Aceleré como “alma que lleva el diablo”. Cuando por fin pude parar comprobé que únicamente se habían llevado las direccionales laterales. Aquel día sentí esa sensación angustiante e insoportable de que te va a pasar algo horrible.


Años después, una noche, en plena víspera decembrina de 2016, estaba en la oficina apoyando la elaboración de un informe. No eran más de las 9:00 p.m., tomé el carro y camino a mi casa, cuando bajé el puente de la Carrera 68 con Calle 26, en el sector conocido como El Salitre, me rompieron el vidrio del copiloto. Se llevaron mi bolso. Mi primera reacción fue gritar: ¡CÓJANLO! De nuevo tuve esa sensación de frustración al ver al ladrón pasar en medio de los carros, ante la mirada desconcertada de todos los testigos inmóviles en medio del trancón. Pasando la 68, un carro recogió al ladrón y despareció. Me quedé dentro del carro, sintiéndome tan vulnerable, con rabia, con impotencia. Costó más el vidrio que el contenido de mi bolso. Afortunadamente, no acostumbro a meter allí el celular, ni los papeles.


Un día en la oficina, a la hora del almuerzo estábamos hablando de robos. Conté estas historias y un compañero me dijo: “Es que la clave, es no dar papaya”. Realmente siento que no se trata de dar papaya o no. Es cierto que se debe tener precaución, pero el anhelo de muchos ciudadanos es sentirse tranquilos y seguros en su ciudad. Unos meses después, a aquel compañero, le robaron de su casa dos bicicletas, y sin dar “papaya”.


Investigando encontré en la página de la Policía Nacional, en la Dirección de Investigación Criminal e Interpol, que, en 2019, en Bogotá, el hurto a personas en la modalidad de robo a conductor de vehículo, a hombres es de 4.630 y a mujeres es de 2.222, para un total de 6.852. Estos datos son alarmantes. En definitiva, las entidades deben tomar acciones de carácter político, administrativo, social y financiero, en aras de garantizar la seguridad en todas las formas. Sobre todo, cuando este robo es consecuencia de factores asociados a la pobreza, la desigualdad y a la falta de oportunidades.

Por nuestra parte, como ciudadanos, nuestro aporte es no acceder a ese mercado negro de compra ilegal de repuestos. Pues al comprar allí propiciamos el círculo vicioso y por ende los robos, las agresiones y en el peor de los casos, los homicidios. Sé que muchos por ahorrar dinero compran el espejo, la llanta, o el repuesto, en zonas que nos venden, descaradamente, el mismo repuesto que nos acaban de robar. Pero, si hacemos el esfuerzo de comprar únicamente en lugares autorizados, no haríamos parte de esta red, logrando, desincentivar este mercado. Debido a estas historias, es que a veces percibo a Bogotá, como un Distrito Salvaje.


Pese a esto, Bogotá es mi segundo hogar, la amo profundamente, me inspira a escribir cada ocho días sobre ella. Es la ciudad que me brinda la oportunidad de: trabajar, estudiar, y acceder a múltiples servicios. Y en la que, en los últimos once años, he conocido muchas personas maravillosas y he vivido grandes momentos.


Finalmente, creo que, en una ciudad, en gran parte, la materia prima viene de los ciudadanos. Si bien existen muchos factores externos y alternos, cada situación nos llama a actuar y ver cómo podemos contribuir a la solución o ser parte de ella. En esta página, creé un botón llamado Colectivos Ciudadanos, en el que usted podrá proponer soluciones hacer comentarios y comentar sus ideas. Los invito a conocerlo y allí ¡Nos vemos!


 

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